martes, 11 de mayo de 2010

Me caso!!!

No lo puedo creer. Acabo de llegar a casa, entré sin saludar a mi hermana y me vine corriendo a la habitación. Cerré la puerta como si me estuviera escondiendo de algo, o de alguien. No sé. Estoy entre paralizada y nerviosa, entre feliz y pensante, entre decir que es el mejor día de mi vida o el más atemorizante de todos. Santiago me pidió que me case con él.

Hace un tiempo largo tengo un cuaderno en el escritorio sin usar. Lo compré para la facu pero nunca tuvo una sola anotación, porque recuerdo que me inscribí en más materias de las que podía cursar y Ara, mi mejor amiga, me convenció de que dejara una antes de empezar. Ella siempre está un paso adelante, crecimos juntas, seguramente sabe más que yo en este momento acerca de cómo me siento. Y eso que todavía no le conté nada.

Tomé la lapicera y escribí en la primera hoja, “Santiago y Sofía se casan”, con un corazón alrededor. Me dio un poco de vergüenza ajena, arranqué el papel y me dije que estaba grande para esas cosas. Pero después pensé, todo esto es mío, es lo que siempre soñé, es el hombre de mi vida con quien me voy a casar. Entonces, repetí la operación y sola, me reí de mi misma, como hace mucho no lo hacía.

Apenas pasó un rato desde que llegué y que Santi me lo dijo. Encima, no pudimos ir a festejar, charlar o nada, porque se iba a jugar al fútbol con los chicos y ya había quedado en eso. Yo deduje que no lo había planeado porque si no, seguramente hubiera esperado a otro momento, y efectivamente me dijo, le salió así, hace rato que quería proponérmelo pero no sabía cómo y según dice, se dejó llevar por la situación. Yo le pregunté qué le había disparado la idea de hacerlo en medio de la calle, sin siquiera un anillo comprado. El me dijo que la forma en que charlamos esta tarde fue única, que no podía imaginar estar con otra mujer con la que pudiera vivir la vida como la vivimos todos los días. Eso, que sencillamente, le salió así.

Primera diferencia a lo que había soñado: una cena romántica, una alianza de compromiso escondida en algún lugar extraño, una mañana abrazados en la cama después de hacer el amor, contándome que no podría jamás soportar el mundo sin mí. Sin embargo, esta razón, esta manera, me gustó mucho más, aunque confieso, todavía me queda esa cosa adentro de que “falta algo”. Pero lo importante es que pasó, y yo acá, escribiendo en este espacio contando los minutos para que Ara salga de reunión y pueda para darle la noticia.

Ahora que lo pienso, podría utilizar este sitio para descargarme. Tenía una ansiedad tremenda y sorpresivamente, estoy un poco más calmada. Claro que ya le mande 7 mensajes de texto a Santi diciéndole que lo amo en 20 maneras distintas y Ara tendrá unas 15 llamadas perdidas en su celular. Pero bueno, es hoy, me parece que se me permiten ciertas licencias. Hoy es el primer día en que sé, no seré una soltera más, sino que seré una mujer casada. ¡Y cómo suena eso! ¡Necesito decírselo a alguien ya mismo!

Qué viernes tan extraño este. ¿Cuántas cosas tengo qué planificar? En el cuaderno ya empecé a hacer la lista de invitados…ni siquiera hablamos de fechas y yo ya reflexionando sobre si debería invitar o no a la gente del taller de diseño y a los parientes lejanos de papá. Mamá no se qué pensará al respecto, tampoco sé cómo involucrarla en los preparativos. No quiero pensar cómo será llevar todo este proceso con ella. Claro que la amo, pero está esperando este momento hace más tiempo que yo y pienso en todo lo que querrá ayudar para que todo salga perfecto. Otra vez con lo mismo. ¡¿Qué preparativos, si ni siquiera sé qué quiere Santi?!

Hemos charlado de varios temas, pero como esas cosas que se hablan sin saber que realmente ocurrirán. Ahora es cierto. Nos vamos a casar. Voy a dejar de vivir con mi hermana, que está del otro lado de la puerta, mirando la tele como si fuera cualquier otro día. Todavía no sé cómo se lo diré. Desde los 21 que vinimos a la capital desde nuestro pueblo, hemos compartido casa, historias, romances, rupturas de corazones varias y administración del hogar con algunos roces. Pero siempre juntas, muy unidas, y ahora me voy. No, imposible que le diga ahora, tengo que prepararme también para eso.

Suena el teléfono. Es Ara. Estoy mirando el monitor, releyendo, y no puedo creer que esto me esté pasando a mí. ¡Lo amo tanto! Pero a la vez, surgieron tantas preguntas, tantos miedos. Supongo que a todas les pasará igual, tampoco sé cómo lo habrán tomado los chicos o siquiera si Santi les dijo algo antes de empezar a jugar. Hombres y mujeres, especies distintas si las hay.

Lo que sí sé con certeza, es que no estoy sola en esto. Y que del otro lado, habrá también quien pueda acompañarme y que hasta quizás, podamos compartir lo que nos pasa. Ahora me voy a atender a Ara, que insiste con el celular. Es la primera vez en la vida que la hago esperar para atenderla. No puedo dejar de sonreír y sentirme algo extraña. Tampoco de imaginarme cómo será el gran día y la cara de Santi hoy en la vereda, cuando me pidió que sea su mujer. Me caso. “Sofía se casa”. ¿Quién lo diría? Ahora sí… ¡Hola Ara!

No hay comentarios: